Puede ser desde los “recuerditos” que traemos de Esquipulas hasta los accesorios de bisutería que muchas veces utilizamos, el Kitsch es parte de nosotros pues lo vemos por todos lado. Tal vez no somos amantes de la ropa con detalles exagerados pero todos tenemos más de algún "adornito " e n la sala de nuestra casa con muchos detallitos o los recuerditos de "los 15 años de la prima" .
La palabra Kitsch vienen del alemán yidis etwas verkitschen. Define al arte que es considerado como una copia inferior de un estilo existente. También se utiliza el término kitsch en un sentido más libre para referirse a cualquier arte que es pretencioso, pasado de moda o de muy mal gusto.
La palabra se popularizó en los años 1930 por los teóricos Clement Greenberg, Hermann Broch, y Theodor Adorno, que intentaban definir lo avant-garde y el kitsch como opuestos. En aquella época, el mundo del arte percibía la popularidad del kitsch como un peligro para la cultura. Los argumentos de los tres teóricos confiaban en una definición implícita del kitsch como una falsa consciencia, un término marxista que significa una actitud mental presente dentro de las estructuras del capitalismo, que está equivocada en cuanto a sus propios deseos y necesidades. Los marxistas suponen que entonces existe una separación entre la situación verdadera y su fenomenología.
El kitsch apelaba a un gusto vulgar de la nueva y adinerada burguesía de Munich que pensaba, como muchos nuevos ricos, que podían alcanzar el status que envidiaban a la clase tradicional de las élites culturales copiando las características más evidentes de sus hábitos culturales.
De ordinario la definición de una pieza como "Kitsch" involucra un secreto desprecio y el deseo de diferenciarlo del "arte culto", por lo que las piezas realizadas en materiales económicos que imiten otros más caros, normalmente ostentosas, son consideradas Kitsch sin importar si el autor deseaba aparentar o no una pieza más costosa para que quien la poseyera se destacara como superior.
El kitsch, como categoría artística, funciona dentro del contexto aristocrático -enjuiciador que determina un “buen” y un “mal” arte... cuanto más productos kitsch hayan, más brillará la apreciación de la autenticidad del arte, como sello de garantía del mismo. De este modo, se establece que el kitsch no es algo simplemente alejado del arte, sino su antítesis: este estilo posee las características extrínsecas de aquél, pero funciona como su negación. El kitsch, según el concepto común que se tiene del mismo, no pretende ni pide nada más a los espectadores que su dinero, ni siquiera su tiempo (tiempo aplicado a la reflexión de la obra, por ejemplo).
Se asocia al desarrollo del mercado de consumo masivo, tanto así que los teóricos e intelectuales lo ven como el hijo natural de la modernidad. Lo kitsch aparece en la historia en el momento en que la belleza en sus diversas formas es distribuida socialmente, igual que cualquier otra comodidad sujeta a la ley del mercado, de la oferta y la demanda. Oscar Wilde dijo que la naturaleza solía imitar al arte; en el siglo XIX algunas puestas de sol llegaron a parecer pintadas por Corot. Hoy a la naturaleza no le quedaría otra elección que la de imitar las reproducciones en color, ser más bella que una postal.
Por lo tanto, nos guste o no el arte Kitsch, lo aceptemos o no, estamos inmersos en él, puesto que todo a nuestro alrededor tiene algo de Kitsch ya que vivimos en una sociedad en la que el único lenguaje estético que reciben las masas está modulado "en clave Kitsch", se debe reflexionar entonces sobre la reivindicación de ésta, debido a que "el arte " y "el Kitsch" comienzan a olvidarse como polos opuestos y antagónicos.
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